Sólo aquellos que navegaron por los islotes que hay fuera…
Beber del aire
Hay varias especies de plantas que beben el agua del aire, entre ellas esta que forma una gran mata esférica que todavía hoy se suele colgar como un farol bajo las parras, con unas hojas que recuerdan a las de una piña tropical, pero más finas, y que crecen bebiendo el agua del rocío y de la niebla: bebiendo del aire. Si les llueve encima, florecen con tal profusión que reciben el nombre de “clavel del aire” (Tillandsia bergeri). En su ambiente natural son plantas epífitas, es decir que crecen sobre otras plantas en las que ni siquiera echan raíces, sino que utilizan para posarse como un pájaro sobre ellas y así beber el agua del aire desde lo alto.
CRECER DE LA NADA
Hay una planta que vive colgada en los tendederos, al lado de la ropa. A veces, con la misma cuerda con la que se atan los sacos de harina, se cuelga como un farol esta planta en el tendal o bajo las parras o en cualquier alpendre donde le de el aire, que es lo único que necesita para seguir viviendo.
El aspecto no puede ser más raro; ni más corriente. No es difícil verla en cualquier pueblo o ciudad bebiendo el agua que emana de la colada. Parece una bola de pinchos y, sus hojas, siendo mucho más finas, recuerdan a las de la piña tropical, con la que guarda un cierto parentesco. Hace unos días, Antonio, el de los cestos, me regaló un trozo de esta planta a la que llaman hierba del aire.
Un sólo pedazo, colgado de otra cuerda, desarrolla la planta completa, y así se trajo del nuevo mundo, llegándose a bautizar también con el nombre de musgo español. Jamás hubiera llegado hasta mi casa, cruzando el mar y el tiempo, sin tantas manos que la fueron partiendo con los ojos asombrados por ese crecer de la nada.
Mónica Fernández-Aceytuno
ABC, 25-8-1999