Puertas del cielo, Mónica FOTO: @aceytunos en Instagram A propósito…
Maternidad
Buenos días en esta preciosa mañana en la que acaban de llegar al centro de Madrid los vencejos.
¡Qué alegría da cuando los oyes! Es como si su canto cerrara definitivamente el invierno.
Y una alegría doble porque llegamos ayer a Madrid tras dos días por la sierra de Gata y no puedo evitar esa tristeza de cuando regresas a la ciudad.
Entre los lugares que hemos visto, ¡qué maravilla de primavera tenemos este año con tanta lluvia!, la comarca de la Vera, y aunque no nos detuvimos todo lo que yo hubiera querido, ¡nunca había visto las carreteras tan llenas de flores, de escobas, de retamas, de jaras y de cantuesos plenamente florecidos! sí visitamos algunos pueblos como este de ayer, Garganta la Olla, donde ya estaban las golondrinas enseñando a volar a sus pollos desde los cables del teléfono y de la luz que les sirve de percha.
Ya os iré contando, porque la verdad es que ha sido una excursión maravillosa.
Bajo los puentes, me pareció ver también golondrina dáurica. Os dejo el precioso dibujo de Antonio Morcuende para distinguirlas, a ellas y a sus nidos, así como un artículo que escribí sobre esta última golondrina, la preciosa dáurica, justo cuando se marchaban.
Un fuerte abrazo para todos,
Mónica
BAJO EL PUENTE
No son los ingenieros ni los arquitectos, sino los pájaros, los que ponen la última voz, y los que curvan con sus vuelos y sus nidos de barro las paredes más lisas e inhóspitas. Así hacen bajo los viaductos las golondrinas dáuricas que están en expansión por toda la Península, y no se sabe si es porque el clima les resulta más favorable o porque cada vez hay más puentes de cemento.
Esta golondrina de colores ocres y azules metalizados no quiere para pegar su nido la piedra ni la madera ni el hierro, sino el cemento entre todos los materiales, y la soledad de las puentes entre todas las compañías: por grande que sea el viaducto, por alto, por largo, no se cuenta más de un nido de golondrina dáurica pegado al techo. Una sola familia que con su vuelo parece querer decirle al pobre señor de Piedrafita, cuya vista ha quedado para siempre enjaulada entre los pilares, que la vida sigue siendo hermosa a pesar de todo.
En este lunes, que podría ser el lunes de todos los lunes, los nidos bajo los puentes están vacíos, rotos de soledad y de abandono. El vuelo de las golondrinas, a partir de hoy, habrá que imaginarlo.
Mónica Fernández-Aceytuno
ABC, 10-9-2010