La primera vez que mis ojos leyeron la palabra misántropo,…
William Henry Hudson, o la escritura de la hierba
William Henry Hudson es uno de mis escritores preferidos de la Naturaleza quizás porque como dijo de él Joseph Conrad “escribe con la misma naturalidad con que crece la hierba”.
Sus memorias las evoca en el libro “Allá lejos y tiempo atrás”
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cuya lectura os recomiendo si aún no habéis descubierto a este gran escritor de la Naturaleza que nació en 1841 en una hacienda de la pampa argentina llamada “Los Veinte-Cinco Ombúes”….
LOS VEINTICINCO OMBÚES
por Mónica Fernández-Aceytuno
La pampa es un lugar que, sin haber estado jamás, siempre me ha gustado.
A mí, que me agobia encontrar entre las estrellas la luz intermitente de un satélite, y que me hace pensar que tiene que haber otro mundo como éste, pero más grande, con más horizonte y un cielo donde no choquen de noche los ojos con pedazos metálicos que dan vueltas, me encanta saber que existe un lugar donde la referencia para encontrar una casa no es un cartel ni una señal ni un poste, sino los árboles en lontananza.
La casa de la pampa argentina en la que nació William Henry Hudson, el gran escritor que acaba de nacer para mí aunque naciera en 1841, se llamaba, aún hoy se llama, la casa de “Los Veinte-Cinco Ombúes”. Recuerda Hudson que la primera vez que se alejó de ellos, “al mirar atrás, el bajo tejado de la casa desapareció al cabo de poco rato, pero los árboles – la hilera de veinticinco ombúes gigantescos que le daban su nombre a quel lugar – siguieron visibles, azules en la distancia, hasta después de recorrer muchos kilómetros”.
El primer ombú con el que me crucé en la vida fue el que está plantado junto a la casa de Rosalía de Castro, traído desde Argentina hace veinte años y, sin embargo, su copa es ya más alta que el tejado y sus raíces sobresalen de la tierra, entre las que jugaron aquel día de visita a Padrón de mis hijos, que aún eran niños. Me gustó tanto que planté uno en mi casa. Es un árbol raro, el ombú. En realidad, no tiene nada de leñoso, se diría que es más bien una hierba con forma de árbol cuyas ramas necesitan a veces rodrigones pues crecen tan horizontales al suelo como las de una higuera y la madera es tan blanda que “puede cortarse con un cuchillo”, escribe Hudson.
Gracias a Fernando Rodríguez Lafuente he encontrado a Hudson, que termina su último libro escribiendo “…incluso en los peores momentos, cuando me vi obligado a pasar mucho tiempo en Londres, apartado de la naturaleza, enfermo, pobre y sin amigos, siempre supe que era infinitamente mejor ser que no ser”. Tengo que ir a la pampa y traerme sus libros “Los pájaros y el hombre”, “El ombú”, “La tierra púrpura” y en la mirada los veinticinco ombúes que todavía hoy son lo último que se ve sobre el horizonte cuando te alejas de su casa.
Mónica Fernández-Aceytuno
ABC, sábado 30-10-2014