9:18 h Suele traer también este viento la lluvia, pero es una lluvia muy tibia, que perfuma el aire al caer caliente sobre las hojas del laurel. Es como estar dentro de un invernadero, donde llueve y hace calor al mismo tiempo, y el agua cae y se evapora, igual que si estuviéramos en una selva.
Y dura la lluvia, lo que dura esta corriente de aire, que también trae sonidos, como el del aserradero, o el del reloj sonoro que puso hace unos años en su torre el ayuntamiento, al empujar los ruidos de norte a sur.
Y a su paso, todas las flores que estaban a punto de florecer, como la flor de las magnolias en sus ramas, se abren con estos vientos del suroeste de febrero.
Tengo que salir a mirarlas, por si hubieran florecido esta noche con el viento.
Feliz día y hasta mañana,
Mónica Fernández-Aceytuno
P.S. 11:37h Hace tanto calor, que escribo con la ventana abierta del despacho, por donde se oye un rumor de tractores y de pájaros, y una señora hablando con su padre, ya muy anciano, que está aquí mismo, en el centenal de atrás que ahora está recién sembrado, poniendo unas varas a modo de estacas de un color tan verde que no sé si es que les ha quitado la corteza, o es que son varas de un bambú de varios años, de esos que se plantaban para hacer cañas de pesca.
Desde aquí no puedo apreciarlo, pero se oye, y retumba en mi despacho, por el viento del sur, el sonido de su martillo clavando las estacas en la tierra.
Sabré qué son cuando, al llegar la primavera, a estas estacas, que aunque cortadas siguen vivas, les salgan las primeras hojas del árbol que fueron.
Mientras tanto, esta mañana la pasaré haciendo papeles, que se me acumulan como a un funcionario, y también insertando en esta web lo ya escrito. Voy por el año 1999.
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