Buenas. Este año he visto menos jabalíes, como si las lluvias de julio hubieran llenado la tierra de miñocas y no les hubiera hecho falta subir desde el río a los maizales, para tumbarlos y comer sus mazorcas.
Empieza la primavera a las 18:32 hora peninsular, lo cual quiere decir que hay doce horas de luz y doce de oscuridad en cualquier lugar de la Tierra.
Empieza la primavera a las 18:32 hora peninsular, lo cual quiere decir que hay doce horas de luz y doce de oscuridad en cualquier lugar de la Tierra.
Para mí empezó ayer cuando oí al abrir la ventana, en medio del sol y de una lluvia que más que caer flotaba en el aire, el sonido con el eco que hace en la madera, del pico picapinos comenzando a construir el nido.
No se puede explicar lo que se siente al oír este sonido a bosque y a vida que empieza.
Dejo la fotografía de la marca que hizo en el roble. Ahora mismo, con la ventana abierta, acabo de volver a oírlo de nuevo trabajando en el mismo sitio.
Gracias por participar en esta página de Naturaleza y hasta mañana,
Mónica Fernández-Aceytuno
NOTA DE LA EDITORA: Ya vamos por el segundo tiburón peregrino que aparece en la ría. Aunque grandes, son inofensivos.
Dejo hoy aquí lo que escribí sobre ellos.
VUELVE EL PEREGRINO
La piel de un tiburón no es lisa. Está llena de dientes que muerden el mar y rompen las redes. Redes que se echan hoy a la gamba y a la cigala en el golfo de León. Y hombres que se echan al mar todos los días, a pesar del temporal que ha soplado en el Mediterráneo.
De la mar ha sacado Manuel Perelló esta semana la red rota porque ha vuelto el peregrino. Llegan por Cuaresma. Hay años que se concentran a miles en el golfo de León. El peso de la red delata su presencia bajo el barco y saben que es más grande que toda la tripulación junta. Se beben el mar sin prisas y atrapan lo más pequeño: el plancton. El resto lo dejan escapar por las hendiduras branquiales que casi les rodean la cabeza como un collar de varias vueltas.
Cuentan los marineros que también los ven en superficie y que parecen dormidos, flotando en el agua sin hundirse gracias a su gran hígado rico en aceites.
Nuestras redes no buscan al peregrino, lo encuentran. Son absolutamente inofensivos, menos su piel, cuya caricia es lo más parecido al papel de lija.
Mónica Fernández-Aceytuno
Cambio 16, 1995
Fondo de Artículos
de la Naturaleza de
www.aceytuno.com
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