RAÍCES

OPINIÓN

ABC, domingo 19-2-2006

MÓNICA FERNÁNDEZ-ACEYTUNO

LAS RAÍCES SON MANOS QUE AGARRAN LA TIERRA

HA llegado la hora de mirar la tierra de otra manera. Un árbol no es sólo aquello que nos enseña, sino otro tanto hacia abajo, en raíces. Y cada raíz es distinta según la especie. Hay árboles muy débiles, de manos muy blandas, como las mimosas, acacias que suelen caer florecidas con el peso de los temporales. Otros árboles desarrollan, sobre todo en las zonas tropicales con una marcada estación de lluvias, verdaderos contrafuertes en la base del tronco para no verse arrastrados. Incluso hay raíces que se hunden en las arenas marinas y soportan las hojas muy por encima, para que no muera su verdor con la salpicadura de las olas. Cada árbol, además, está en su sitio, es decir que las raíces están hechas a esa tierra, de ahí que me asome a cada rato según escribo por si la alóctona mimosa hubiera caído con el vendaval que sopla en esta tarde de sábado. Ignoro qué vegetación tenían en la isla filipina de Leyte pero, observando la riada de lodo, no resulta aventurado pensar que, o bien habían talado sus árboles autóctonos, o bien los habían sustituido por especies de manos poco expertas para estas lluvias.

De lo que no me cabe duda es que la erosión del suelo será en este siglo uno de los más grandes problemas del mundo. Por eso hay que empezar a fijarse en lo que no vemos. Las raíces. Las manos que agarran la tierra. Nada hay más frágil, inocente y peligroso, que la tierra desnuda.

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