Feliz San Antón, Mónica EL CUERVO QUE LLEVÓ EL PAN…
CODORNIZ
LA CODORNIZ NO ES VELERA
Amaneció ayer en Tarifa un día muy claro. Entró frío, y un viento de poniente que se llevó las brumas: desde la sierra de Enmedio se veía la costa africana y el Estrecho de Gibraltar por donde pasaron volando con el cuello estirado, como queriendo llegar pronto, cinco mil cigüeñas blancas.
Pero a las codornices que anoche debieron cruzar el Estrecho en su vuelo migratorio hacia África, nadie las ha visto. ¿Las verá alguien esta noche?
Vuelan en grupos pequeños, de unas veinte codornices, a setenta kilómetros por hora. El lector Paco Porras nos pregunta si la codorniz, cansada, se deja caer al agua, levanta el ala, y alcanza la costa como si fuera un barco velero.
Desde la Universidad de Barcelona, los expertos en codorniz Puig-Cerver, Rodríguez-Teijeiro y Gallego señalan que, aunque la codorniz, como la paloma, levanta el ala mojada, no se trata de un mecanismo de desplazamiento, es decir: la codorniz no es velera. Sin embargo, la codorniz cruza en ocasiones el mar posada en pequeñas embarcaciones o en grandes barcos petroleros. También hay referentes de lluvias de codornices que, exhaustas, caen a tierra, como la que se produjo a principios del siglo XX en Valencia.
Ahora que es ricial lo que fue campo de trigo, ¿verá alguien esta noche el vuelo de las codornices?
Mónica Fernández-Aceytuno
ABC,29-8-1998
Fondo de Artículos de
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