LA PROMISCUIDAD LABORAL
MÓNICA FERNÁNDEZ-ACEYTUNO
BYN DOMINICAL
MÓNICA FERNÁNDEZ-ACEYTUNO
BYN DOMINICAL
50 AÑOS
Nevó en Madrid la mañana del catorce de abril de hace cincuenta años.
Mi bisabuela mandó a comprar una camiseta, o algo parecido, para que se pusiera bajo el trajo de novia mi madre, su paloma, como ella la llamaba. Solía comentar con tristeza que un gavilán se llevaba a su paloma al desierto del Sáhara. Por aquel entonces, nadie sabía dónde estaba el Sáhara español, y ahora que todo el mundo sabe dónde queda, nadie quiere saber nada, ni de los saharauis ni del Sáhara.
Yo en realidad, no tenía que estar aquí escribiendo estas cosas, porque ýo no tenía que haber nacido ya que, a mi padre, en una colonial, y viendo que iba ya en Villa Cisneros por el segundo hijo, le explicaron con todo detalle en qué consistía el método Ogino, pero como mi padre es de natural despistado, lo entendió todo justo al revés y mi madre volvió a quedar embarazada. Y, a mayores, a los pocos meses, la noche de Nochebuena, tuvieron que llamar al médico porque mi madre se puso malísima y creyeron que iba a perderme. Se encontró esa noche tan mal mi madre que tuvo que tumbarse en la cama para aguantar el peso de la pena que, sin razón aparente, sentía. A los dos días llegó al Sáhara la luctuosa noticia: la bisabuela había muerto la noche de Nochebuena.
Ayer estuvimos viendo todos juntos: mis padres, los seis hijos, las nueras, los yernos, los nietos y Pepa, las fotografías desde el día de la boda y se aprecia que, aunque mis padres han cambiado, se miran aún de la misma manera el uno al otro.
Nevaba en Madrid el 14 de Abril de 1958. Mi madre llevaba un ramo de “muguetes” blancos que, también hoy, han florecido.
Mónica Fernández-Aceytuno
ABC, 14-4-2008
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