MALVISES

LOS MALVISES

Miles de malvises llegaron hace algunas noches por el mar, y pasaron junto al faro cántabro de Cabo Mayor, volando muy bajo. Entraron ayudados por el viento del sur que ha soplado tan fuerte en Santander que hacía más calor la semana pasada que en pleno mes de agosto, de lo caliente que venía el aire.

Este viento del sur es el mejor para ver entrar por el mar a los pájaros porque, como los aviones, aterrizan mejor con el viento en cara. Y se llama malvís al zorzal, al Turdus philomelos, un pájaro del tamaño del mirlo que es más claro que oscuro, y que está moteado de pardo.

De día, descansan los malvises en los campos de repollo. De noche, al ser un pájaro que migra a oscuras, sólo se consigue ver alguno si vuela muy bajo y cansado a la luz del faro, porque al malvís no se le ve migrar con los ojos, sino con el oído, ya que migra cantando, y sus bandos emiten en vuelo una nota muy suave, un silbido tan dulce que hace olvidar el mar, el viento del sur, la oscuridad de la noche.

Se dirigen hacia los olivares andaluces pero el primero que ve con su oído llegar a los malvises, es siempre Vicente Camús, un cántabro que vive junto al faro. Hoy cualquiera podrá mirar a los malvises, de noche, silbando en el aire; de día, salpicando los campos.

Mónica Fernández-Aceytuno

ABC, 8-10-2001

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