Con los picos de los calamares, que parecen picos de loro, se amasa en el estómago de los cachalotes un ámbar gris que es capaz de fijar el perfume de las flores.
Ahí está esa lagartija colilarga de la fotografía, que como su nombre indica puede tener la cola dos veces más grande que el cuerpo.
Ahí está esa lagartija colilarga de la fotografía, que como su nombre indica puede tener la cola dos veces más grande que el cuerpo.
Juan Carlos Delgado Expósito
Desde la Baja Extremadura, Juan Carlos Delgado Expósito a la 13:26 del domingo 30-5-2010
En el ambiente se percata la cercanía del verano: la hierba comienza ya a agostarse, las alpacas o pacas de paja ya aparecen en diferentes horizontes de nuestros campos extremeños. Las tareas del campo van cambiando con los días; se siembran melonares, esquilan ovejas, y la fauna cambia también, ahí está esa lagartija colilarga de la fotografía, que como su nombre indica puede tener la cola dos veces más grande que el cuerpo. El macho nos muestra ya su librea nupcial, el rojo de su garganta sirve para advertir a otros machos del territorio que posee y además atraerá a las hembras. Resalta ese tono rojizo anaranjado sobre el fondo de la hierba ya seca y sobre el asfalto de la carretera, muchos mueren en esas carreteras, aplastados por las ruedas de los vehículos. Pero otros tendrán la suerte de aparearse con alguna hembra, que pondrá huevos de donde saldrán las nuevas lagartijas, una de las más abundantes por cierto.
Las moreras lucen ya sus frutos, unos en su sazón y otros aun por hacer; pero aves como el estornino negro las está probando y un macho de oropéndola hace lo propio. Sobre el azul del cielo se recortan las siluetas de varias cigüeñas blancas que se remontan aprovechando las corrientes de aire caliente de este domingo del mes de mayo. Dos garcetas comunes pasan luciendo su níveo plumaje, parece que fueran a pasear en esta mañana de domingo con su traje nuevo. Un cernícalo vulgar planea por la zona, buscando quizá el alimento para llevar a sus pollos y un macho de jilguero se posa emitiendo su canto en las ramas bajas de un ciprés. Estoy en las inmediaciones del muro de la presa de Valuengo en Jerez de los Caballeros. Varios barbos y algunas carpas se alimentan de los detritus que se amontonan en la superficie del agua. Algunas palomas zuritas levantan el vuelo al pasar cerca de ellas. El calor va en aumento y un milano negro planea a poca altura sobre la lámina de agua, quizá este buscando algún pez moribundo o ya muerto para alimentarse o alimentar a sus pollos. En ocasiones he observado a esta rapaz comiendo peces en la orilla o practicando el cleptoparasitismo con algún águila pescadora, para entendernos, robando la presa a la pescadora.
Sobre la tierra de un camino se ha quedado marcado el rastro que ha dejado alguna culebra que ha cruzado de un lado a otro, estos rastros son fáciles de observar ahora en esta época.
En la espesura del sotobosque se escuchan numerosos cantos de aves: carricero tordal, ruiseñor bastardo u oropéndola; un grupo de mitos se mueve entre las ramas secas de un chopo, algunos llevan alimento en el pico. Lorenzo se deja caer a conciencia y yo decido marcharme.
Juan Carlos Delgado Expósito