Este pájaro pequeñísimo, azul y gris como el cielo más inmenso, con pico de pájaro carpintero que deja en la madera una media luna, tiene una forma de trepar por el tronco que recuerda a la de las lagartijas,
8:24 h Ya no es de noche cuando digo buenos días. Llovió ayer, todo el domingo, y esta mañana queda una gota de agua sobre cada ápice de cada hierba.
8:25 h Y esto hace que la luz del día que empieza se amplie a ras del pasto, que aparece blanco, traslúcido, brillante, mientras una vaharada de niebla sube del río sin llegar a salir de entre las ramas de su bosque de ribera.
Hoy tengo que mirar cómo es posible que el sábado, junto al mar, viera una lavandera cascadeña, o eso me pareció porque, al volar, se veían plumas amarillas en la cola bajo un plumaje más oscuro, casi negro. Estaba en el puerto, comiendo en una mediana sembrada de hierba. Un pájaro tan delicado, junto a los coches que aparcan en el puerto los marineros.
Feliz día y hasta mañana,
Mónica Fernández-Aceytuno
P.S.: Aparece hoy, en el TABLÓN DE LOS LECTORES, la primera fotografía, que un lector muy observador nos ha enviado con una carta en la que nos cuenta:
“En Madrid, en pleno barrio de Salamanca, las dos únicas aves con las que convivimos son las urracas y las torcaces.(…) Las torcaces vienen a las acacias de la calle a por las semillas que todavía quedan y, sin ningún recelo, hacen equilibrios en las ramas a cuatro metros de nuestros balcones. Ese torcazo tan temeroso y esquivo en el campo, se comporta en la ciudad con total despreocupación, y sólo se va cuando se le espanta ruidosamente”.
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