Hace falta mucha constancia y suerte para encontrar un lagópodo alpino, también conocido como perdiz nival.
Cuando hace unos cien millones de años, la tierra era muy diferente a lo que es hoy, ya se podían
EL NOGAL: LA BELLOTA DE JÚPITER, por Juan Carlos Delgado Expósito desde Fregenal de la Sierra (Baja Extremadura)
Cuando hace unos cien millones de años, la tierra era muy diferente a lo que es hoy, ya se podían encontrar los nogales. Durante el Cretáceo y ya posteriormente en la Era Terciaria, estos árboles habitaban, incluso el Norte de Europa, más tarde llegó la Era Glacial y su distribución se redujo considerablemente hacia el Cáucaso, India y Persia.
Pero en tiempos relativamente más actuales, por decirlo de alguna manera, los griegos introdujeron el nogal en algunas regiones europeas. Sin embargo esa labor de reintroducción la continuaron los romanos, allá por el año 70 antes de Cristo y ellos fueron los que lo trajeron a la Península Ibérica. Igual que ya ocurriera con la castaña, las nueces eran muy valoradas por los romanos, especialmente porque eran muy fáciles de trasportar y de almacenar.
El nombre del árbol procede de un término latino que es nugalix, que deriva de nux, que quiere decir nuez. Los latinos lo llamaban también Juglans, que procede de Joviglans lo que quiere decir “Bellota de Júpiter”.
Los nogales en los primeros años de vida suelen ser muy delicados, por eso deben de ser plantados en lugares sombríos, húmedos y protegidos de los vientos. Si en los primeros años de vida sufren algún tipo de carencias, es posible que ya nunca se recuperen del todo. Al ser un árbol tan vulnerable en esos primeros años de vida, la planta posee un arma química para “defenderse” de otras especies vegetales que pudieran competir por los nutrientes o la luz; para ello cuenta con una sustancia que retrasa el crecimiento de esos posibles competidores que se encuentran cerca de él. Sin embargo esa arma no mata a sus competidores, sólo retrasa el crecimiento, para que el nogal pueda tomarse una ventaja extra.
En cuanto al fruto hay que decir que no aparece en el árbol, normalmente, hasta los diez o doce años. Las nueces contienen hasta un sesenta por ciento de la semilla en aceites.
Cada cien gramos de nueces, aportan a nuestro organismo seiscientas calorías, por eso hay que consumirlas con moderación. Contienen vitamina B, por lo que son recomendables en momentos de fatiga física o convalecencia, así mismo son perfectas para quienes padezcan estados depresivos.
Además contiene vitamina B6 y es un buen reconstituyente durante el síndrome premenstrual.
En las personas de avanzada edad, es un buen aliado contra la osteoporosis. Las nueces además son buenas para las pieles poco hidratadas, contra el insomnio, como refuerzo para la memoria y contra el estreñimiento ya que es una buena fuente de fibra. También contiene otros nutrientes como el ácido fólico, el fósforo, el potasio, selenio, cobre, calcio, magnesio y vitamina A. Es un buen remedio para prevenir cierto tipo de cáncer y tres nueces diarias, ayudan a regular el colesterol. De nuevo se demuestra lo que los árboles y sus frutos pueden hacer por nosotros los humanos.
Juan Carlos Delgado Expósito