Según voy leyendo me encuentro con términos en los que…
De árboles, picudos y armiños
Mañana por la mañana acudo a la presentación en el Real Jardín Botánico de una app gratuita desarrollada por el CSIC por la cual se pueden reconocer las especies de árboles. ¿No es maravilloso?
Es algo que siempre he creído que le faltaba al buscador de Google, un reconocimiento de las especies, poniendo, en vez de una palabra, su foto. Al menos ya lo tenemos para los árboles.
Venía, además pensando, que no hemos hablado suficientemente de la plaga del picudo, de la que tanto nos alertó Joaquín en este mismo lugar ya en 2011, y que he visto recientemente con mis propios ojos. Joaquín describe mejor que nadie cómo quedan las palmeras tras su ataque: como pájaros muertos. Y es que las palmas parecen plumas caídas.
Pero esta noche, me he acordado del armiño. No sé por qué el brillo de las estrellas me recuerda a la nieve, y a su vez pienso en lo bien que se verá al armiño, aún entre la nieve, a oscuras, como los crisantemos blancos en las huertas.
En solo setenta horas, se vuelve blanco el armiño. Lo escribí para un artículo titulado La inocencia del armiño en el que termino diciendo que a veces creo que lo que protege a la naturaleza no es tanto la sabiduría, sino la inocencia. Que los árboles no crecerían si supieran que pueden ser cortados.
Buenas noches,
Mónica