Mar de nubes, costa de árboles, esta mañana, desde mi…
Laurel de mi casa
Se me están acabando las hojas de laurel que traje de casa. No sé cómo lo hago pero es cuando me quedan menos de cinco hojas cuando ya estamos pensando en volver a Galicia unos días. Menos mal. Puedo vivir en Madrid siempre y cuando tenga laurel de mi casa, ya que se lo pongo a casi todo, ya sea el agua hervida para un arroz o unas patatas, ya para unas lentejas, y cocinar con él es la manera que tengo de seguir en la ciudad cerca de la tierra.
También se utiliza el laurel de cama para el marisco, de la misma manera que usan el laurel de cama para presentar las sardinas, quizás por lo ligado que está el laurel a la pesca, ya que, con una rama de laurel dentro de las nasas, se capturan las sepias en Galicia.
También se usan las ramas de laurel para proclamar a los cuatro vientos que la cubierta de una casa en construcción está acabada, con una gran rama colocada sobre el tejado, aunque esté casi todo por hacer todavía, pero el laurel viene a decir que ya no le lloverá dentro desde arriba; y a su vez es del mismo modo una gran rama de laurel, el ramallo, se llama, lo que ponen en las bodegas para señalar que tienen vino.
Es casi siempre laurel, también a veces olivo, lo que se lleva a bendecir a las iglesias en el Domingo de Ramos, para luego colgarlo a la puerta de la casa todo el año.
Me quedan menos de cinco hojas.
¿Cómo no voy a volver por laurel a Galicia?
Buena tarde,
Mónica
P.S. Sus frutos recuerdan a las aceitunas pero con menos carne. Al rasparlos dan un olor a limón y a campo.