Anoche, releyendo "El extranjero" de Camus, me encontré con un verbo que no recordaba: bordonear, referido a dos abejorros.
Mónica Fernández-Aceytuno
Mónica Fernández-Aceytuno
Sobre el aire, llevo ya mucho escrito, en una columna que se titula, precisamente, EN EL AIRE, y la última vez que me referí a este tema, fue a principios de enero con mi PRONÓSTICO DE LA CALIDAD DEL AIRE, pero ya antes me había preocupado este asunto en AIRE PURO del 21-8-2008, e incluso veinte años atrás, al apreciar, como tantos otros científicos, la ausencia casi total de líquenes en los troncos de los árboles en las ciudades contaminadas con un exceso de óxidos de azufre y de nitrógeno que hoy, como el polen del ciprés del que Pilar nos habló hace unos días, parece que, al fin, vemos.
Gracias a todos por participar en este lugar de la Naturaleza,
Mónica Fernández-Aceytuno
Querida Mónica:
Están ahora mismo los cipreses cargados de polen que esparcen al viento con solo rozarlos. Concretamente, y según me cuenta mi cuñado Manolo, que sabe mucho de árboles, se trata de la variedad de ciprés arizónico, que es diferente del ciprés común, Cupressus sempervirens, o ciprés de los cementerios, árbol éste que los romanos plantaban a los lados de las vías de entrada a las ciudades para dar la bienvenida a los que llegaban. Como los romanos enterraban a sus muertos a las afueras de las ciudades, los cipreses comunes pasaron a ser los árboles típicos de los cementerios, y hoy en día aún siguen siéndolo. Pero es el ciprés arizónico, Cupressus arizonica, el que ahora mismo está cargado de polen, y a los niños les ha encantado agitar sus ramas y pasar entre el humo amarillo que de ellas salía y que rápidamente se disipaba en el aire. Granos de polen que son el germen de futuros cipreses.
Un cordial saludo.
Pilar López.