Querida Mónica:
Hoy lunes por la mañana encontré en una dehesa de la Sierra Norte sevillana un gran número de nidos de escarabajos coprófagos, supongo que primos hermanos de los escarabajos peloteros que aparecerán dentro de unas semanas. Han surgido casi por encanto, de la noche a la mañana, apenas unas horas después de la ultima lluvia. No sé por qué, pero no creo que sea por casualidad, pues en la naturaleza no hay casualidades, los nidos se encuentran al nordeste de las deyecciones que van a servir de alimento a las larvas, en la zona de contacto del excremento con el suelo.
Hace más de veinte años, mientras le daba una vuelta a las vacas en esta misma dehesa, encontré un joven que, con pantalones bombachos y una mochila a la espalda, iba recorriendo afanosamente las boñigas y, con un pequeño escardillo, introducía sus hallazgos en bolsas de plástico. Me acerqué y entablamos una conversación muy interesante. Se trataba de un neozelandés que, por encargo de una asociación de ganaderos de vacuno de carne, estaba recogiendo adultos del escarabajo pelotero para llevárselos a su país. La razón era muy sencilla y muy interesante. En un precioso inglés me contó que en su país nunca había habido grandes herbívoros y, por lo tanto, tampoco había escarabajos que específicamente se alimentaran de sus excrementos. Cuando unos años antes algunos ganaderos habían sustituído sus ovejas por vacas se dieron cuenta de que cada año que pasaba se reducía la superficie real de sus praderas pues las boñigas se degradaban muy lentamente y poco a poco iban aumentando las áreas donde no crecía la hierba. Además de la disminución de la producción forrajera las moscas encontraban un medio ideal para multiplicarse y se incrementaban también las infecciones del ganado como consecuencia de la presencia de patógenos en las heces que tanto tiempo tardaban en degradarse.
Acompañé durante un buen rato al neozelandés, estudiante de ultimo curso de una Facultad de veterinaria, mientras me explicaba la vida y milagros de los coleópteros coprófagos. Me contó que las especies que había en Nueva Zelanda se alimentaban exclusivamente de las deyecciones de pequeños herbívoros, desdeñando las de vacas y caballos. Tenía una gran esperanza en la introducción de nuestros escarabajos peloteros pues en sus praderas encontrarían la mesa servida con abundantes boñigas ricas en alimentos semidigeridos. La eficiencia de los aparatos digestivos de los herbívoros es muy pequeña. Gracias pues a esta especie de simbiosis entre vacas y escarabajos, aquéllas ven aumentadas sus raciones de hierba mientras éstos se aprovechan de los alimentos que las vacas no digieren, acelerando la degradación de los excrementos.
Perdona, Mónica, que trate de asuntos tan escatológicos. Mañana te hablaré de flores.
Un abrazo fuerte. Joaquín
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Joaquín