He podido ver individuos que van de tonalidades oscuras, pasando a pardo y llegando alguno practicamente a blanquecino.
Luis Alberto
Luis Alberto
Ha caído esta mañana, a eso de las siete y media, una tormenta de primavera de las que ya se me había olvidado lo bonitas que eran. El cielo gris y azul, plomizo, y una calma y una luz amarilla, irreal, posada sobre las cosas, antes del trueno
Pero hoy pensaba escribir de un lirio que corté el otro día, blanco. Tenía enredada en sentido levógiro una ipomea en su tallo y era tal la fuerza con la que se arrollaba que corté el lirio y lo puse en un jarrón con la enredadera también cortada.
Ahora mismo está el lirio abierto, blanco, y la enredadera ha seguido creciendo, alimentándose de la luz y del agua, y ya sobrepasa en altura a la flor, que casi ni se ve, entre las hojas. ¿Es que no sabe esta planta que, al igual que la flor, ha sido cortada?
Feliz día y hasta mañana,
Mónica Fernández-Aceytuno
P.S. Más flores: las de la fotografía que ha hecho un lector en Galicia y donde se ven los tojos alumbrando el monte con sus flores amarillas, la flor más gallega según Cela, junto a los brezos que salen con profusión en los montes que han sido quemados. Es la hermosa prueba de la degración de un bosque, como si el brezo fuera la flor del funeral cuando mueren los árboles. También del mismo autor es la preciosa fotografía de las lascas de pizarra de una casa en Lugo, tomada esta Semana Santa. (Si se pincha y se mira de cerca, se ven los líquenes amarillos, primeros colonizadores de la roca madre, queriendo empezar de nuevo la vida por el tejado.)
También en el Tablón de los Lectores, una esparraguera gigante, fotografíada por otro lector cuyas fotografías y textos son siempre interesantes.