En invierno el campo duerme y sueñan las chimeneas.
Mónica Fernández-Aceytuno
Mónica Fernández-Aceytuno
Estoy contemplando cómo el pescador, en su frágil barquita que él mismo ha construído vaciando un tronco de palmera, está tendiendo en el río Tiade una finísima red cuyos flotadores son sencillas botellas de plástico. Ha sujetado el extremo de la izquierda en el tronco de un anacardo muy próximo a la estación de bombeo que eleva el agua para regar los cultivos de Nhalupanda. El pescador no puede bajar la guardia pues es consciente del peligro que supone la presencia de grandes cocodrilos que son capaces de hacer zozobrar su embarcación sin apenas esforzarse.
El Tiade es el ultimo brazo del Cuacua, un emisario del poderoso Zambeze, un río impresionante que él solito lleva más agua que todos los de España juntos. Del Cuacua se deriva el Mazancar y de éste, el Tiade. Estamos en plena estación seca del invierno austral pero todavía se mantienen los niveles de la tupida red hidrológica del delta del Zambeze.
No estoy sólo. En el árbol en cuyo tronco me he apoyado se ha posado un personaje que, como yo, no se pierde detalle de lo que hace el pescador. Se trata de un Ibis preto, un Ibis negro, conocido en España con el nombre de Morito (Plegadis falcinellus).
Al terminar de tender la red, el pescador ha varado su barca en la orilla y montando en su bicicleta made in China ha desaparecido. No sé cómo se le habrá dado la pesca, espero que bien pues el pescado es la mayor fuente de proteína animal de los habitantes de la zona, ni sé tampoco qué especies ha podido capturar. Me dicen que se trata de ciprínidos. No sé. No los he visto.
Un fuerte abrazo. Joaquín.
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