No hay nada en el bosque que de más luz que el tronco del abedul.
Mónica Fernández-Aceytuno
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Más sobre los abedules, del Fondo de Artículos de la Naturaleza:
EL COLOR DE LAS RAMAS
Los abedules están hoy violáceos, malvas, se diría que se ha quedado, enganchada entre sus ramas, una bruma rosa de río.
El color de las ramas no es el mismo en todos los árboles. Los sauces tienen las ramas amarillas, de un dorado insultante, y los castaños del color de la castaña, y las hayas también tienen las ramas tirando a violeta, a rosa, a malva. Estos colores salen de unas mezclas de pigmentos que son únicas para cada especie, para cada rama, raíz, flores, hojas, me explica amablemente el profesor Segura, fisiólogo vegetal. Hay árboles que viven tan arropados de edificios, que aún no han perdido las hojas a las puertas del invierno, y las tienen junto a las ramas, viviendo muertas; por eso, para mirar ramas, hay que salir de la ciudad, como para mirar estrellas. La otra noche vi la estación espacial internacional, cerca de las Pléyades. Su presencia recordaba, imagino, a la que tuvo el primer rascacielos de Benidorm en la orilla. Ahora sí. Ahora sí que hay que aprenderse de memoria el cielo y recordar cómo es, cómo era, antes de que la noche se declarara urbanizable.
Me voy a dar una vuelta por los bosques de abedules, a ver si salgo de allí con un vestido de ramas malvas para celebrar la última noche del siglo.
Mónica Fernández-Aceytuno
ABC, 18-12-2000
Fondo de Artículos
de la Naturaleza de
aceytuno.com