Al apretar esta suerte de uvas con los dedos, lo que sale es una diminuta y perfecta sepia, con un poco de agua marina.
Al abrigo de las oquedades del viejo roble, el cárabo está presente ante nuestra mirada, pero aun así, nos resultará siempre oculto y casi invisible.
Juan Carlos
Las horas nocturnas de la caza en el bosque han terminado. En la lluviosa jornada invernal, llegó el momento del reposo para las aves de la noche. Al abrigo de las oquedades del viejo roble, el cárabo está presente ante nuestra mirada, pero aun así, nos resultará siempre oculto y casi invisible.
Un cordial saludo.
Juan Carlos Epifanio
FOTO: Cárabo
AUTOR:Juan Carlos Epifanio
Juan Carlos