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Anoche se veían, rojos como manzanas, los rescoldos de las podas de los frutales quemados.
Anoche se veían, rojos como manzanas, los rescoldos de las podas de los frutales quemados.
Estuve no hace mucho tiempo, varios días en Málaga y me lo encontré en muchos rincones de la ciudad, al menos, de los sitios que frecuenté, que no fueron muchos, pero cuando volví a mi ciudad donde habitualmente vivo, no encontraba ningún ejemplar del árbol, que resulta tan llamativo en primavera por su floración.
Me lo tropecé hace unos días al volver del ambulatorio médico. Había varios ejemplares en la misma calle, una calle secundaria de una avenida principal que rodea la ciudad. Y me vino a la mente sus denominaciones, la latina, Cercis siliquastrum, y las vulgares, porque se le conoce en español por al menos dos nombres, quizá opuestos: El árbol del amor, y también El árbol de Judas.
No puede haber mayor antinomia entre esos dos nombres: Judas y amor. Aunque las raíces de ambos nombres son bien distintos, se le llama árbol de Judas porque, según la leyenda, fue en un árbol como éste donde Judas se ahorcó, después de cometer su traición y haber devuelto las treinta monedas de plata a los jefes del Sanedrín.
Se le llama árbol del amor por la forma acorazonada de sus hojas.
Yo, desde luego prefiero el nombre de árbol del amor. No sé qué pensarán Uds.
José Manuel Guerra Sanz
José Manuel