En la Parroquia de San Sebastián, en la madrileña calle de Atocha, gracias a la humedad de la pared del campanario, viven los ombligos de Venus.
MF-A
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10:45 Y el día en Madrid está igual de desapacible que el que dejé ayer donde vivo, pues también aquí está lloviendo y aún peor, sopla un viento racheado ahora mismo que temo hará que se mueva el avión cuando despegue.
Cada vez que vengo a esta hermosísima terminal me acuerdo primero de los turiones del bambú que salen ahora de la tierra en primavera, pues todo el techo de la T-4, está hecho con lamas de bambú.
En un libro de Miguel Delibes de Castro, leí una vez que el bambú crece durante años y jamás florece hasta que una primavera, tras pasar diez o veinte años, florece y da fruto y después muere a la vez todo el bosque de bambúes.
Tambien miro al techo cuando camino por la T-4 porque en su terminal satélite, justo donde se embarca para Estados Unidos, que son las puertas que quedan más hacia el exterior, vuelan por dentro los gorriones, como si al arquitecto de la T-4 se le hubiera olvidado dotar al tejado de gorrioneras, esas piezas de madera que siguen la curva de las tejas para que no aniden allí estas aves.
Y ahora en primavera, retumba sobre los cristales y el techo de bambú, el canto de los gorriones sobre los pasajeros.
Feliz fin de semana y hasta el lunes si Dios quiere,
Mónica Fernández-Aceytuno
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