La pita florece una sóla vez, muriendo, agotada, tras absorber el pitaco todas sus reservas.

Joaquín

La pita florece una sóla vez, muriendo, agotada, tras absorber el pitaco todas sus reservas.

Joaquín

El pitaco, según el DRAE, es el bohordo de la pita. Nunca había oído esta palabra, bohordo, que me parece preciosa.

La pita florece una sóla vez, muriendo, agotada, tras absorber el pitaco todas sus reservas. Aunque a lo largo de su vida ha dejado múltiples hijuelos, es la diseminación de sus semillas la que asegura la supervivencia de la especie. Quizás por ello la abundancia de pitacos se interpreta en el campo como anuncio de que el próximo año agrícola será bueno pues sería ilógico que las pitas, tras tantos años de espera, fructificaran si las condiciones meteorológicas no fueran las más adecuadas para su multiplicación.

La planta de la imagen, tomada en un acirate de la carretera del Fontanar, justifica plenamente el nombre de Agave con el que Linneo bautizó a su género. Agave, en griego, significa noble, admirable, y no cabe duda de que la pita florecida lo es. Con más de diez metros de altura supera con creces la del poste telefónico que está a la derecha de la foto.

A su izquierda puede verse una pita más joven a la que todavía le faltan años para que florezca. Sus hojas, dirigidas hacia arriba para mejor recoger la luz del sol, contrastan con las flácidas de la pita florecida.

Un abrazo. Joaquín

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