Las flores, al caer, se sientan en los bancos.
MF-A
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Se conoce como bedegar, o agalla lanuda, a la agalla madura que forman los rosales silvestres, como es el caso de esta zarzamora.
La agalla, que es esférica y filamentosa, es una respuesta peculiar de los tejidos del rosal al daño inferido por la avispa Diplolepis rosae, que tiene por costumbre depositar sus huevos en él para que el rosal forme la estructura que va a dar cobijo y alimento a sus larvas.
Si se cortara por la mitad este bedegar, se podrían ver las cuatro cavidades o cámaras que ocupan las larvas que más adelante se convertirán en avispas. Eso sí, mayoritariamente hembras, en un escandaloso porcentaje del 99%. Con tanta escasez de machos, estas hembras han sabido resolver el asunto de la perpetuación de la especie haciéndose partenogenéticas, de manera que pueden poner sus huevos sin fecundación previa.
¡Qué sabia es la naturaleza!
Yo creo, por esas cosas del soñar, que esta rama de zarzamora quiso adornarse con una hermosa borla utilizando, para ello, hilos con los colores del otoño.
La fotografía la saqué hace unos días en una zona ribereña del norte de León.
Sabela
17 de octubre de 2012
Sabela