LUGAR DE LA VIDA
IR...
BLANCO Y NEGRO
19/09/1999
IR...
BLANCO Y NEGRO
19/09/1999
Cuando lo vi de lejos desde la galería de mi casa, pensé que echaría a volar en cuanto me acercara.
Me aproximé como jugando al escondite inglés, acercándome y a la vez haciendo paradas para que el pájaro no notara mi cercanía.
Y así, pude llegar a estar tan cerca que, ya por su actitud, de inocencia absoluta, pude comprobar que se trataba de un pollo de mirlo, emplumado y volandero, disfrutando del sol, sobre la estaca de la valla de mi casa, en un claro del día.
Por lo que he leído, los pollos de mirlo, cuando salen del nido, quedan varios días entre las silvas, que es cuando son más frágiles, hasta que aprenden a volar y pueden subirse a los postes como este pollo todavía con el plumaje claro de un recién nacido.
Un fuerte abrazo para todos desde mi casa en Galicia. Os dejo mi última foto de la ventana de la cocina, cubierta de hortensias azules, que alumbran el día cuando se nubla.
¡Y no os perdáis esta noche el naturaclip de 90 segundos sobre el azor!, ¡qué maravilla es su nido! Como una casa en un árbol. Podéis verlo en el cierre de “La Noche en 24 horas” sobre las 00:15 horas, una hora menos en Canarias, tras el resumen de prensa.
Gracias por verlo,
Mónica
Contesto aquí la pregunta que te haces en “Republica.com”
La palabra que buscas creo que es “entresaca”. En base al artículo 485 del Código Civil (vigente desde 1.889) se puede definir cómo la operación de cortar los árboles necesarios para que los que queden se puedan desarrollar convenientemente. En ese sentido la utiliza Pascual Madoz en su Diccionario (de 1.847), al describir los Montes de la Provincia de Madrid.
Precisamente, en las instalaciones del INIA (cerca del Hipódromo y del Club de Campo) se pueden ver plantaciones de pinos donde parece que se practica la entresaca, pues se aprecian los tocones de los árboles cortados en medio de los pinares.
También se aplica a las plantas más pequeñas. Recuerdo haber visto usar, en un plantío de remolacha, una azadilla, la anchura de cuya hoja servía para determinar la distancia correcta entre los brotes. Así, al usarla contra el suelo se eliminaban los sobrantes y se preservaban los necesarios.
Es inevitable recordar la parábola de la cizaña ¿verdad?
Siempre enhorabuena por tus páginas y las buenas ideas y sentimientos que transmites.
¡Qué interesante! Muchísimas gracias Ignacio. Saludos cordiales.