Renacuajos
Estoy contentísima porque me han puesto, al lado de mi casa, el mejor escaparate que podía tener: un charco de agua clara lleno de renacuajos.
No os podéis imaginar la ilusión que me hace poder seguir su crecimiento, desde tan cerca, a solo cincuenta metros por el camino que va hacia los campos de hierba, donde, sobre las hondonadas que dejó al pasar un tractor, y por rebosar el agua de una fuente, se ha creado un micromundo que podré observar cada día tras el cristal del agua.
Pero es que además, hay dos especies distintas, cada una en su charco independiente, y de las que ya sospecho qué podrían ser, pero prefiero ir viendo cómo evolucionan, aunque ya se les nota lo diferentes que son, incluso en las huellas que dejan en el limo del fondo del charco, ya que unos renacuajos son negros y esbeltos, y, en otro charco próximo, hay otros más pardos y más gordos y numerosos, propensos a esconderse en el fondo, al ver mi sombra, dejando una suerte de dunas del desierto, bajo el agua.
Como si asistiera al principio de algo, me siento ahora mismo.
¡Qué privilegio!
¡Ya os iré contando!
Un fuerte abrazo para todos,
Mónica