m. Tallo sin hojas, florífero y comestible de ágave o…
macolla.
f. Conjunto de tallos que salen a modo de cepellón de la misma raíz como las macollas de las atochas o esparteras.
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Por los olivares de Jaén me enseñaron unas laderas en las que todavía quedaban unos cepellones o macollas de esparteras o atochas. Me pasa Ignacio García de Leániz un término que ha leído en “Misericordia” de Benito Pérez Galdós y que es el de atocha para la planta de la espartera (Stipa tenacissima) cuya hoja se llama esparto. Atochal, o atochar, es el campo plantado de esparteras en la ladera soleada de los montes, y también en los caminos como el que llevaba al santuario de la Virgen de Atocha, oscurecida por un rayo que incendió un atochar según una de esas leyendas que se tejen como las conversaciones de las pleiteras, las mujeres que trenzaban la pleita, la tira de esparto. Hoy la tierra es más fértil bajo la atocha, al evitar la erosión del suelo, y estos días florece con unas espigas llamadas atochines que servían para barrer las chimeneas, igual que las retamas de escobas que, ya sin uso, florecen hoy de amarillo como mariposas limoneras, u oropéndolas escapadas de la jaula que son nuestras manos.
Mónica Fernández-Aceytuno
ABC, Sábado 23 de mayo de 2015
Aceytuno.com