Otra vez una balsa minera rota, como si no hubiéramos avanzado nada.
Al comenzar el día, la luz que se filtraba entre las negras nubes daba un aspecto triste, invernal de nuevo, a los llanos cercanos a Sierra de Fuentes.
Pilar López Ávila
Al comenzar el día, la luz que se filtraba entre las negras nubes daba un aspecto triste, invernal de nuevo, a los llanos cercanos a Sierra de Fuentes. Sobre la Cañada Real del Puerto del Pico, denominación de la Cañada Real Soriano Occidental a su paso por estos lugares, comenzábamos nuestra andadura en la segunda salida del proyecto SACRE de SEObirdlife en el que venimos colaborando desde el año 2005.
Recuerdo que hace ya muchos años, se podían ver y escuchar los sisones. El macho realiza un cortejo en el que salta sobre el suelo a la vez que despliega las alas y emite un característico sonido, que es el que se escucha a distancia. Se los veía también con facilidad en bandos muy numerosos. Desde hace algún tiempo no los hemos vuelto a ver, no sé las razones, quizás la parcelación excesiva de estas extensiones en las que siempre se ha desarrollado una ganadería extensiva. No soy experta en estos temas, así que es mucho aventurar.
Hemos visto, sin embargo, otras especies que siguen siendo frecuentes, como las calandrias, las cogujadas, terreras y trigueros. También las cigüeñas y milanos negros son asiduas a estos llanos, así como las grajillas y carracas que utilizan las cajas nido colocadas sobre los postes de la luz. Una pareja de carracas portaba en el pico insectos para alimentar la que seguramente esté siendo su segunda pollada.
Cerca del embalse de Valdesalor, escuchamos como siempre a los ruiseñores y buitrones, los primeros difíciles de ver entre la espesura y los segundos se localizan en el cielo por su reclamo mientras realizan un vuelo casi circular. Dos garzas reales permanecían muy quietas en una margen del pantano que este año está lleno a rebosar. Y vimos también las oropéndolas, con su vuelo casi acrobático entre las moreras que bordean la carretera.
Casi al término de la jornada, un galápago trataba de cruzar el cauce seco de un riachuelo que ha estado lleno de agua hasta hace poco, ya en la primera visita no pudimos pasar debido a su profundidad. Tuvimos que retirarlo para no atropellarlo y aproveché para hacerle unas fotos. Me pareció que me sonreía aunque es seguro que no le estaba gustando nada mi presencia.
Una codorniz se dejó sentir entre el sembrado de avena.
Y los abejarucos volaban cerca del talud de una charca donde es posible que tengas sus nidos.
Con las últimas lluvias de esta primavera que no parece querer dejar paso al verano, ha reverdecido el pasto. Su olor a mojado en las primeras horas de la mañana es una sensación difícil de describir e imposible de olvidar. Un placer para los sentidos.
Un cordial saludo.
Pilar.
Pilar López Ávila