Yo no puedo ver un roble sin acordarme de Miguel…
Librería Colón
Cierra la librería Colón, la más antigua de La Coruña.
Estaba abierta todo el día en la calle Real por donde siempre hay gente andando, y más gente aún en los días de lluvia. Todo el mundo sale a pasear y a tomar un café como si las casas tuvieran goteras, o como si la lluvia les llamara para mojarse en ella, porque yo no he visto una cosa parecida, es llover, y llenarse la calle de gente.
No se ven las piedras del suelo, sólo el oleaje de los paraguas.
La librería está siempre abierta, con ese calor que desprenden los libros en los días de lluvia, como si los libros respirasen y su aliento tibio, nada más entrar, nos rodeara. Este calor unido a su luz acogedora, un poco amarillenta, con olor a tarde de lluvia, hace que sea entrar como en la felicidad, o mejor aún, en su promesa.
Los escritores de verdad describirían los anaqueles de madera pero a mí siempre me ha llamado la atención el suelo de la librería, hecho de baldosas hidráulicas en mosaico, blancas y rojas, que le dan un aire de convento o de colegio muy bueno. Hay algo infantil en este suelo tan antiguo, tan limpio, serio y alegre. Se podría decir que el suelo contagia su forma de ser a toda la librería, que es un largo pasillo. Así es en realidad cada libro, y así son todos los libros juntos, un túnel, un pasillo, un largo camino que no se ve dónde acaba.
Tienen en esta librería las novedades, por supuesto, pero hay un fondo de libros tan a la vista, de esos que son imprescindibles, que una tarde, yo, que no uso tarjeta, no tuve suficiente dinero para pagar todo lo que quería llevarme.
Sus dependientas, si es que se puede llamar de esta manera a las mujeres que venden libros, tienen los nombres de los autores en su cabeza. El último libro que les pedí era de Thoreau, y yo quise deletrearles pero no hizo falta, me daban ellas de memoria el título, «Desobediencia civil» y el nombre de la editorial.
Desde una ocasión en la que fui con mi madre, que se interesa por todo el mundo, supe que Begoña era como yo africana, y me recomendó a Kapuscinski.
Cierra la librería Colón.
En la calle Real, los días de lluvia, hará más frío.