El bosque es eso que se ve allí, inocente, como una bruma rosada en el acantilado.
Mónica Fernández-Aceytuno
Mónica Fernández-Aceytuno
La foto no la hice en Ecuador, sino ayer al atardecer, en el Real Jardín Botánico de Madrid.
Se trata de una collera de cotorras argentinas, también llamadas de pecho gris, o cotorra monje (Myopsitta monachus) comiendo flores del árbol del amor (Cercis siliquastrum).
Por una u otra razón, ambas son todo un ejemplo del desorden de las especies: la cotorra vino como animal doméstico desde las zonas tropicales de Sudamérica, y el árbol del amor, siendo de origen Mediterráneo, ha cruzado el océano Atlántico hasta Norteamérica por su belleza.
“Cuando pasa algo, continúa pasando siempre”, escribió Paul Auster.
La vida va a seguir, la vida siempre sigue, pero va a seguir, ya para siempre, de otra manera.
Buen día,
Mónica
Si en el siglo XIX se habló de evolución, y en el XX de conservación, en este siglo se hablará de desorden, del desorden de las especies. Las especies se han expatriado, han saltado más allá de sus barreras biogeográficas, arrastradas por estos tiempos en los que parece que el hombre y sus mercancías, con su cohorte de especies, más que moverse, hubieran entrado en un programa de centrifugado. Sucede desde el principio de los tiempos: hasta las especies de ranas vuelan de una charca a otra en forma de ristra de hialinos huevos, en las patas de las aves migratorias. Y con los pasos del hombre: se puede saber qué especies le acompañan cultivando el barro de sus zapatos, donde se incrustan las semillas de las flores que ha visto mientras paseaba. Pero nunca…Leer más del fondo de artículos de la Naturaleza EL DESORDEN DE LAS ESPECIES