El Viernes Santo salí con mi hija Belén a dar una vuelta por el campo. Cuando estábamos en una plantación de jóvenes picuales Belén me llamó la atención sobre algo que estaba posado en el protector de un olivo. “Mira, papá, parece un conejo”.
Se trataba de una mariposa gigante, de unos 15 cm de envergadura, una hembra de Saturnia pyri, vulgarmente llamada pavón de noche o gran pavón, la mariposa más grande de Europa. Los ocelos del dorso de las alas parecían los ojos de un buho o los dibujos circulares del plumaje de un pavo real, de ahí su nombre.
Intenté que se moviera, pero lo unico que conseguí es que diera unos pasos utilizando sus alas a modo de muletas. De volar, nada de nada.
La mañana siguiente me acerqué a verla pensando que no habría sobrevivido pues son unos lepidópteros de vida muy efímera, alrededor de una semana, el tiempo que les duran las reservas acumuladas durante su fase larvaria pues los adultos no pueden alimentarse. Me llevé una gran sorpresa: no sólo la mariposa estaba viva sino que estaba copulando con un macho que había aparecido durante la noche.
Las feromonas (feromona significa transportar excitación) emitidas por la hembra,cuyo olor perciben los machos gracias a sus antenas plumosas desde distancias superiores a 20 km, habían hecho el milagro. Dada la brevedad de su vida, tienen que darse prisa en localizar a su pareja, lo que no debe ser tarea fácil. Puede decirse que estas mariposas sólo viven el tiempo necesario para perpetuar la especie.
Supongo que mi amiga la pavona hará su puesta cerca de donde la encontró su media naranja. Estaré pendiente, para ver sus orugas. No creo que llegue hasta los perales que están cerca del aprisco, a unos 300 metros, (el nombre del género, pyri, alude a los frutales preferidos por los pavones), pero ya nada me sorprendería.
Un abrazo. Joaquín
Joaquín