Una de las cosas que más me gusta es encontrarme en casa de nuevo con mis viejos libros.
Antes de dormirme estuve leyendo a Azorín, mientras pensaba lo que una vez me dijeron y es que me parecía escribiendo en la sintaxis, con tantas comas, a Azorín, y esto es algo que, cada vez que leo o releo su obra, me vuelve al pensamiento.
Yo creo que en lo único que nos parecemos es en el hueco pequeño y perdido donde escribía en ABC, imagino que al principio, lo cual hace cierta la máxima de Unamuno…”ansía más durar por siempre en un rinconcito, a no brillar un segundo en el universo todo”, del “Sentimiento trágico de la vida”, otro de mis libros caseros.
Pero es en Azorín, donde me encontré anoche el chiar de las golondrinas:
“En el silencio se oye -al igual de un diamante sobre el cristal- el chiar de las golondrinas, que cruzan raudas sobre el añil del firmamento”
La descripción, me suena más a vencejo que a golondrina.
Siendo tan diferentes especies, ¡cuántas veces las confundimos!
Buen día,
Mónica
Mónica Fernández-Aceytuno