Cuando mi hijo Guillermo tenía caballos, dos de los cuales nacieron en casa, había que comprarles de vez en cuando una piedra de sal.
MF-A
MF-A
Las corrihuelas serpentean entre zarzas, llantenes, ortigas y cardos del camino. Sobre la maleza, como si fuera un balcón, se asoman sus flores blancas delicadas y efímeras.
María Luisa
María Luisa