Al premio Príncipe de Asturias, siempre le faltará el nombre de Ramón Margalef.
Mónica Fernández-Aceytuno
Mónica Fernández-Aceytuno
Me he instalado a trabajar en lo que fueron las cuadras de mi casa, bajo el sobrado donde guardábamos las pacas y adonde, además de las bisbistas, siguen viniendo los gorriones, como si todavía tuviéramos por aquí animales.
Como este lugar no tiene ventanas, oigo hasta el aleteo de los gorriones (como el pollo volandero de la imagen, que acabo de fotografiar en solitario) yendo y viniendo ya en bandadas como si el otoño para ellos ya hubiera llegado porque agosto es un mes en el que la luz mengua, aunque nosotros lo vivamos como si los días jamás acabaran.
Me siento feliz trabajando en mi nuevo despacho que, al fin y al cabo, siempre fue el campo.
Buen día,
Mónica