Todavía estoy emocionada con los delfines que vimos en la ría.
Al contrario de otras veces, cuando los divisamos de lejos con sus aletas como olas oscuras, se acercaron a jugar con las olas de la estela siguiendo nuestra ruta mientras regresábamos al puerto, abriendo en dos la superficie como un libro de hojas de agua gracias a su nariz con forma de botella por la que reciben en inglés la denominación de Bottlenose dolphin (Tursión truncatus).
Se trataba de un grupo numeroso, quizás compuesto por veinte individuos, o más, una gran manada en la que pudimos observar perfectamente cómo iban acompañados de sus crías, oscuras y de un metro de largo, aunque a veces quedaran sumergidas mientras la madre saltaba, pero visibles bajo la claridad del agua, cosa que podréis apreciar en esta foto que les hice.
A propósito de los tursiones o arroces, escribí este artículo el sábado para ABC.
Buena semana a todos,
Mónica