“El madroño del jardín lleva ya unas semanas madurando sus frutos rojos.
Como son un poco insípidos los he despreciado mucho tiempo. Ahora he descubierto que combinan muy bien en la ensalada de frutas, con su sabor
a bosque. Entonces empecé a cogerlos y guardarlos por miedo a que los pájaros se los
coman todos. Y por mi avaricia se me estropeaban a mí.
Ahora cojo sólo, cada mañana, los que voy a comer. Encuentro que alguno lo han picado los pájaros.Pero tengo suficientes cada día. He
encontrado un pequeño equilibrio con los mirlos (creo que son ellos).
Me he imaginado un árbol del dinero, una cuenta corriente abierta a todo el mundo,donde cada uno cogiéramos cada día sólo lo que necesitamos,
pero nos gusta tanto acumular, nos da tanta seguridad.
Parece que es lo que está pasando ahora, hemos acumulado en los bancos tanto que se derrumban
(como las encinas) vencidos por los pesos de sus
frutos más que maduros, pasados por la avaricia colectiva que los ha hecho hincharse hasta pudrirse.
Los mirlos serían mejores gestores.”
****
NULL