En este lunes, día Internacional de las Aves, republico el "Ala de una Carraca".
Mónica Fernández-Aceytuno
Mónica Fernández-Aceytuno
LAS ARAÑAS VUELAN EN OTOÑO
por Eva Alfonso
El animal que hoy nos ocupa, posiblemente le produzca cierto reparo a la mayoría, incluso miedo, asco o fobia. Se trata de la araña. Quizás sean sus ocho patas, sus quelíceros y pedipalpos los que no favorezcan su aspecto, el cual no resulta agradable para la mayoría de los humanos.
Vicente Roura, amante de la naturaleza, sin embargo ha sentido fobia por las arañas desde que era un chaval. Cuando un día corriendo entre pinos en los montes de Arteixo en Galicia, tropezó con una tela de araña y se la llevó por delante tuvo entonces la desagradable sensación de tener la araña en su cabeza. Hasta hace pocos años les tenía pavor, y un buen día empezó a estudiarlas. Vicente convirtió su fobia en pasión y ahora es un gran conocedor y apasionado de las arañas. Incluso está haciendo varios estudios de las arañas y como dice él, sale “de arañas”, es decir, a buscar al campo, a su jardín o a la terraza de su casa qué tipo de arañas viven allí. Es Vicente Roura quien nos va a ayudar a conocer mejor a estos artrópodos.
Como se sabe las arañas son expertas cazadoras que utilizan distintas técnicas para atrapar a sus presas. Para crear sus artilugios de caza utilizan un hilo de seda. Este hilo es un fluido que se solidifica con el aire y que lo fabrican con unas glándulas que se encuentran en el extremo de su abdomen y que se llaman “hileras”.
Estos artilugios para cazar, fabricados en seda, pueden ser desde las conocidas telas de araña, hasta trampas horizontales en el suelo, e incluso una especie de caña, un hilo que hacen pendular hasta que una despistada presa queda pegado en él. También usan el hilo para envolver a sus presas.
Los días fríos y secos de otoño, es posible ver a contraluz, miles de hilos de los cuales pende una arañita, que surcan el cielo volando combadas por el viento. En esta época, algunas especies de arañas preparan sus hilos para volar y llegar a nuevos territorios, en lo que se llama la aerodispersión.
El fenómeno de la aerodispersión, ocurre en algunas especies de araña. En general, las arañas nacen en verano y permanecen juntas en una especie de nido. A medida que pasa el verano crecen y empiezan a necesitar sus propios territorios de caza. Para evitar la competencia entre ellas deciden separarse, entonces se suben a lugares más altos como arbustos o postes y se dejan llevar por el viento.
El “despegue” suele ocurrir de las siguiente manera, la araña se coloca cara al viento y empieza a producir seda, que pesa muy poco, es arrastrada por el viento poco a poco, la araña se encuentra con las patas muy estiradas como de puntillas. Sin dejar de producir seda, en un determinado momento la superficie ofrecida por el hilo al viento ofrece la suficiente resistencia como para poder elevar la araña, y entonces es transportada por el aire, hasta que tropieza con algún árbol, o aterriza en algún lugar. Dependiendo la altura a la que hayan subido y del viento llegarán más o menos lejos. Se han encontrado arañas en barcos en alta mar que han llegado por estos medios.
El fenómeno de la aerodispersión tiene muchas ventajas como por ejemplo, hacer que las arañas sean muchas veces las primeras en llegar a lugares devastados por un incendio y atraer a otras especies predadoras, como pueden ser pájaros. También ayudan a la polinización de muchas plantas, llevando el polen pegado a sus patas durante el vuelo.
También nos comenta Vicente, que existen madres arañas muy maternales con sus crías y que las alimentan en el nido una a una.
Hoy nos despedimos con una moraleja: a veces merece la pena enfrentarnos a nuestros miedos y descubrir que detrás de ellos se encuentran animales con vidas sorprendentes, de las que algo, como Vicente Roura, podamos aprender.
EVA ALFONSO
www.aceytuno.com
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