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No lo había visto jamás, hasta esta tarde, el verde arenoso de las plumas, el pico y las patas del andarríos chico, y lo blanco que es por debajo.

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No lo había visto jamás, hasta esta tarde, el verde arenoso de las plumas, el pico y las patas del andarríos chico, y lo blanco que es por debajo.

Es un contraste precioso, este de las plumas del dorso con las del pecho, mientras busca alimento entre las algas que tienen, al sol, sobre la roca, el mismo verde seco de sus patas, plumas y pico.

Feliz tarde y hasta mañana,

Mónica Fernández-Aceytuno

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