8:28 del Lunes 2 de Febrero de 2009

Buenos días. Estas, en apariencia, inocentes y pequeñas margaritas, flores compuestas, que ayer, a mediodía, miraban al sol, cumplen a la perfección la selección natural de Darwin.

8:28 del Lunes 2 de Febrero de 2009

Buenos días. Estas, en apariencia, inocentes y pequeñas margaritas, flores compuestas, que ayer, a mediodía, miraban al sol, cumplen a la perfección la selección natural de Darwin.

Buenos días. Estas, en apariencia, inocentes y pequeñas margaritas, flores compuestas, que ayer, a mediodía, miraban al sol, cumplen a la perfección la selección natural de Darwin.

Crecen sólo donde el prado se siega al ras, al uno, al cero, porque aunque sus flores desaparezcan tras la siega, como migas blancas que se sacuden de una chaqueta, al tener las hojas en roseta y basales, muy pegadas a la tierra, toda la planta sobrevive, y al cabo de dos días, vuelven a asomar sus flores, mientras las demás plantas, cuyas hojas en principio parecían más grandes y poderosas, desaparecen.

Sólo sobreviven las inocentes belloritas y los tréboles, entre la hierba corta, porque no sobrevive el más fuerte, sino el que se adapta a las circunstancias.

Es curioso, mientras les hacía ayer la foto, pensaba en cuánto se refleja la luz del sol en la flor, como un espejo que se la devolviera; y en la manera en la que se colocan las flores, me recordaba a las luces de las casas que veo de noche enfrente, o a una constelación de invierno. Después leí, en el libro de Holden, lo que escribió Shelley de ellas:

“Margaritas,

nacaradas estrellas del orbe,

constelaciones de flores

que jamás se esconden”

(Traducción de Javier Marías)

Feliz día y hasta mañana,

Mónica Fernández-Aceytuno

*****

NULL

Siguiente Post:
Post anterior:
Este artículo lo ha escrito

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.