Esta mariposa que estaba ayer por la mañana en el terraplén recién abierto de un camino y que parecía la superficie blanca de la luna...
Este mismo delfín fotografíado el verano pasado en el puerto coruñés de Sada, está pasando el invierno en el puerto de Aguete, en Pontevedra, según ha informado el patrón del “Egoísta”.
Llama la atención la necesidad que tiene este delfín de jugar con los navegantes, y los desplazamientos que realiza por la costa gallega recorriendo muchas millas, solitario como un vagabundo, de un puerto a otro.
No sé por qué me produce tristeza el animal salvaje que, en el fondo, quiere ser doméstico.
Que pasen un buen día.
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Y hoy en ABC:
URRACA T-4
Al gorrión que hizo de la T-4 de Barajas su nuevo hábitat, se le une ahora la urraca en el alero quizá para hacer el nido bajo el bambú del techo. ¿Qué otra cosa se puede esperar de un tejado que parece las alas de un pájaro?
NATURALEZA en ABC.es
Y ayer…
EL GORRIÓN T-4
Lo último que se podían imaginar los arquitectos que diseñaron la T-4 de Barajas es que los gorriones volarían hoy por el interior de la terminal como si volaran por el cielo.
En la terminal satélite, se ve a los gorriones saltando entre los focos que cuelgan del techo, alegremente, como trapecistas que volaran de un columpio a otro bajo la carpa de lamas de bambú. Al principio el pasajero cree que el ruido que se oye es sólo el piar de las ruedas de las maletas contra el suelo, pero, bajo la puerta U 69, el reclamo de los pollos en los nidos del techo es tan sonoro que la mitad de los pasajeros que hacen cola para el embarque hacia Boston miran hacia arriba, pues las ondas de los cantos y los reclamos de los gorriones siguen las mismas curvas del techo y resuenan en la terminal como en el interior de una catedral abovedada de piedra.
Podría elucubrarse que estos gorriones entraron a la terminal en diciembre, tras el criminal atentado, por los huecos que dejaron los cristales rotos, y después cogieron el tren, como las golondrinas los barcos. Pero lo más probable es que los arquitectos olvidaran dotar al tejado de gorrioneras, esas piezas de madera ondulada que se colocan para que no aniden los gorriones en los establos.
En breve, todo el aeropuerto será un gárrulo piar de pájaros, y los veremos buscar migas por el suelo y beber el agua de los lavabos. Se volverá esta especie tan especializada en su aislamiento que quizá dentro de unos años podamos bautizar a una nueva subespecie: Passer domesticus aeroportuarius.
Lo curioso es que, ahora que vuelan los gorriones por la T-4, resulta más humana.
Mónica Fernández-Aceytuno
ABC, 25-6-2007
Fondo de Artículos
de la Naturaleza de
www.aceytuno.com