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“Pero la estrella de la jornada fue sin duda un lagarto ocelado que descubrimos fuera de su cubículo en el cauce seco de un riachuelo.” Crónica de Pilar de Cáceres.

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“Pero la estrella de la jornada fue sin duda un lagarto ocelado que descubrimos fuera de su cubículo en el cauce seco de un riachuelo.” Crónica de Pilar de Cáceres.

Querida Mónica:

Quisiera haber contado antes algunas emociones vividas el pasado domingo, pero la semana ha sido intensa (acaban las clases, corrección de exámenes, juntas de evaluación, entrega de notas…) y no he tenido tiempo de sentarme un rato con tranquilidad para escribir.

Colaboro desde hace cinco años en el Programa SACRE (Seguimiento de Aves Comunes Reproductoras) de la SEO (Sociedad Española de Ornitología) realizando un recorrido en el que anoto todas las aves que veo y oigo. La cuadrícula que muestreo es cercana a Cáceres, Sierra de Fuentes y Valdesalor, siendo uno de los tramos la Cañada Real Soriana Occidental, vía pecuaria utilizada desde antiguo para la trashumancia del ganado que se trasladaba desde los pastos agostados de la seca Extremadura en verano, hacia los pastos frescos de las montañas de Soria y otras localidades más norteñas. Esta cañada se sigue utilizando en la actualidad para la trashumancia y es una vía pública de fácil recorrido. Atraviesa este camino los Llanos de Cáceres y Sierra de Fuentes, zona ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves), y aunque a primera vista el paisaje cerealista, desprovisto de árboles y recorrido sólo por algunos pequeños cursos de agua, semejante a una llanura esteparia, parece no albergar vida alguna, su observación atenta depara muchas sorpresas: avutardas y sisones, garzas reales, bandadas de calandrias, cogujadas, terreras, trigueros, grajillas, aguiluchos cenizos, cernícalos y milanos negros, por citar sólo algunas aves.

En el último recorrido disfruté particularmente de aves que lucen algunos de los plumajes más bellos y llamativos: las carracas, las abubillas, los abejarucos.

Una oropéndola voló por delante del coche durante un buen rato, ya cerca de la confluencia de la Cañada con la zona de regadío del pantano de Valdesalor.

Un alcaudón común nos tuvo un buen rato entretenidos cebando a sus pollos que hacían equilibrios en las alambradas de espino.

Pero la estrella de la jornada fue sin duda un lagarto ocelado que descubrimos fuera de su cubículo en el cauce seco de un riachuelo. Cuando lo miramos más de cerca, nos dimos cuenta de que era una hembra, más parda y sin los ostensibles ocelos que presentan los machos de esta especie. Conseguimos hacerle una fotografía de parte de la cabeza asomando desde su agujero.

El recorrido por los Llanos en estos días tan calurosos de finales de la primavera, nos hace mirar la naturaleza con más detenimiento, observando atentamente las extensas llanuras donde bulle la vida.

Un cordial saludo.

Pilar de Cáceres.

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