Es de los pocos peces que se dejan mirar y, sin embargo, está mal visto, tal vez porque despreciamos la vida que nos pierde el miedo.
Mónica Fernández-Aceytuno
Mónica Fernández-Aceytuno
Esto lo que se puede encontrar en cualquier playa: las cáscaras vacías de los huevos de las rayas.
A estos huevos, se les llama, quízás porque tienen el tamaño de uno de esos monederos que llevaban las señoras, muy agarrados, a la compra, “monederos de sirena”, pero también así, con esta forma, son los huevos de algunos tiburones ovíparos.
Es curioso, porque el tacto y el color es idéntico al de las alas, los élitros de algunos escarabajos, y las volutas del final de sus extremos, a los zarcillos de una enredadera, en esta ocasión para agarrarse a las algas, entre ellas la Posidonia cuyos rizomas también llegan ahora a la playa.