El amor lo tenía tan ciego, que no fue nada difícil fotografiarlo.
Antonio Atienza Fuerte
Antonio Atienza Fuerte
No se posan todos en el mismo árbol, sino que se desperdigan por lo alto de la copa de cada uno de manera que, si los uniéramos por puntos como en un pasatiempo, trazaríamos casi una linea recta que uniría a los pájaros y a las copas de los robles. De lejos, se oyen sus cantos y, con prismáticos, se ven los hermosísimos colores metálicos verdes de su plumaje pinto y, por un momento, me recuerdan a los colibríes. Pero están posados, limpiándose las plumas y el pico, hasta que, de pronto, de no se sabe de dónde, aparece uno volando, suelta un reclamo y se lleva de lo alto del bosque a todos los pájaros y empiezan a girar en carrusel por encima del tejado de mi casa hasta que se vuelven una nube oscura que se marcha hacia poniente para dormir,ya todos juntos, en alguna palmera de la ciudad.
Y ahora, por la mañana, tras haber dormido los estorninos en la ciudad, los estoy esperando en el campo del que se alimentan.
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11:50h En unos minutos, colgaré en ACTUALIDAD lo que me acaba de contar el quesero de Posada de Valdeón sobre los urogallos.
Feliz día y hasta mañana,
Mónica Fernández-Aceytuno
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