En medio del estrecho de Gibraltar hay valles bajo el agua, algunos amplios y muy profundos, de ochocientos metros, donde los cachalotes regresan cada primavera.
Así como se llega a conocer a las golondrinas que regresan cada año al nido de una cuadra,así se conoce a los cachalotes, y alguno ya fue bautizado, como un ejemplar muy viejo al que los biólogos llamaron «El gitano», por la cantidad de cicatrices, heridas de tentáculos de calamar, que tenía en la piel.
Al no poseer una aleta dorsal sino una suerte de cresta, cuando se asoma al mar, tras una de esas inmersiones que pueden durar cuarenta y cinco minutos, parece el cachalote un islote grisáceo, y allí se posan los cormoranes y le quitan los balanos que colonizan su piel igual que si fuera una roca. Estos cormoranes, sobrevolando el mar con las gaviotas y pardelas, son un indicio de la presencia de los cachalotes.
Con el hidrófono, se oye un castañeteo, que emiten los cachalotes tratando de localizar, sumergidos en los valles del mar, a las bandadas luminiscentes de calamares.
Feliz fin de semana,
Mónica Fernández-Aceytuno
P.S.
La impresionante foto que hoy llevamos a la portada fue el primer avistamiento de 2009 que realizaron desde la empresa de avistamientos TURMARES, y está hecha por el fotógrafo Aurelio Morales. Al fondo, se ve Tarifa.
Y así nos lo relataron ellos:
“Con la primera salida del año 2009 realizada el dia 19 de enero, el equipo de Turmares Tarifa
se encontró con una agradable sorpresa, un
bellísimo y raro salto de un cachalote.”
LEA AQUÍ LA CRÓNICA COMPLETA DE ANDRÉ ANCIAES DE TURMARES TARIFA