Incluso para las flores, resulta superfluo lo innecesario.
Mónica Fernández-Aceytuno
Mónica Fernández-Aceytuno
“Estimada Mónica:
Me había olvidado de mandarle esta historia en su momento y lo hago ahora.
LA PERDIZ
Creo que la Perdiz se lleva la mayor puntuación entre las aves que habitan
en casi toda la península, sin menospreciar a otras que también y cada vez
más diezmadas habitan nuestros bosques, como el Urogallo, el Búho, el
Águila, la Lechuza, el Quebrantahuesos, el Buitre, la Avutarda, el Faisán,
etc…. La Perdiz es especial y lo demuestra por su bravura, su elegancia,
su colorido, su orgullo, es la más bonita. Creo que es la más representativa
de las autóctonas de nuestras tierras. La conozco desde mi niñez, de cerca y
de lejos, por haber escuchado los comentarios de los mayores conocedores de
sus costumbres y su hábitat.
Ya he comentado en otra ocasión que oírle cantar desde un risco a primera
hora del día es un placer. Lo hace con fuerza, como si ella misma escuchara
su eco en el fondo del barranco o en la ladera de enfrente. Tiene un timbre
de voz y una calidad de sonido musical excepcional, suena limpio, hermoso,
provocativo. Si alguien le enseña es capaz de simular un cornetín tocando
diana floreada en un cuartel.
Creo que quiere presumir ante su grupo, bando o pollada que manda. Es el más
dominante, el más fuerte y dispuesto a la lucha con cualquier otro macho
indiscreto que se le oponga. Por eso es altivo, desafiante, lo demuestra
cantando desde cualquier mojón, para que se le vea y oiga más, mirando al
cielo muy quieto, como si fuese un Urogallo, pero con melodía más
entendible, como acompasando una marcha militar del tipo de la legión.
Quisiera haber tenido en ocasiones la grabación de su variedad de cantos o
melodías en cada momento puntual. Lo frasea todo, lo explica todo a su
grupo. El primer canto de la mañana, es para anunciar que está allí
dispuesto a todo, con valentía, casi con soberbia. Hace el canto del águila
para percatar a los suyos de que hay peligro, y se queden petrificados sin
mover una pluma.
Llama a su grupo anunciando que ha encontrado comida apetitosa. Cuando se
enfrenta con un contrincante canta muy suave, bajito, casi no se le oye. Si
se le sorprende en algún desnivel del monte, vuela asustado diciendo:
“pícharo, pícharo, pícharo”. También se sabe cuándo se le pasa el celo,
porque dicen que tira “luises”, es decir se le oye un “luiiiiiiii”. A veces
también es infiel cuando la hembra incuba, pero a la salida de los pollos
con el cascarón pegado al culito, los protege y coopera para enseñarle entre
otras cosas la peligrosa vista de su primer enemigo, el Águila.
La hembra es distinta, lo primero que le distingue del macho es que no tiene
espolones, es un poco más pequeña, su único canto es el estribillo
“carascacachá” y nada más, pero lo dice con mucha finura, como coqueteando,
como “locuela”, como muy progre, como debe ser por ser femenina, ¿no?.
A los diez o quince nacidos de sus puestas les encantan las langostas, no
como las de Acapulco ¡no!, son los saltamontes que se encuentran en los
rastrojos ya segados en Agosto, pero pequeñitos de dos o tres centímetros
que vuelven locos a los perdigones pues se los comen como si fuesen un
manjar.
Me gusta más la Perdiz de la gran sierra, es más brava y salvaje. Verla
“dejarse ir” planeando en una ladera a sesenta u ochenta kilómetros hora, es
un placer. Duermen en las faldas de las montañas, al raso, para prevenir
cualquier peligro y siempre en la parte de la solana. Por las mañanas bajan
en vuelo a las vegas para comer y vuelven apeonando hasta sus zonas de
sueño. La montaña tiene el peligro de las nevadas. Una vez comprobé, que un
bando de perdices se introdujo en una pequeña cueva para protegerse, y
perecieron todas al obstruirse la salida con la nieve.
Algunos viejos del lugar dicen que las perdices criadas en granjas y que se
sueltan en el monte para repoblar, son “tontas”, no tienen experiencia para
evitar el peligro del Zorro o del Búho por la noche, o del Águila durante el
día. Yo creo que las “tontas” bienvenidas sean, siempre aprenderán de las
“listas” y contribuirán a que nuestro mosaico peninsular siga siendo el
hábitat más querido de todas las especies ornitológicas de Europa.
Aunque de vez en cuando a las “novicias”, introducidas en los campos desde
las granjas, se les escape un “gallito”, ¿qué más da?. Nadie podrá
distinguir un medio tono en su canto lejano y potente desde los cerros de la
montaña. Lo importante es que sigan anunciando un nuevo amanecer como han
hecho a través de los siglos. También lo es que sigamos escuchando
repetidamente su “cocheché, cocheché, cocheché”, “carrascacachá”, ” ras,
ras, ras,ras”……
Un cordial saludo, Jerónimo
****
“Estimada Mónica:
Me había olvidado de mandarle esta historia en su momento y lo hago ahora.Creo que la Perdiz
se lleva la mayor puntuación entre las aves que habitan en casi toda la península,