8:36 Desde Buenos Aires, Marisa Bianchi Polo, nos informa.

Y así describe Marisa el día en Buenos Aires:

“Hace un calor espantoso, es un verano pesadísimo. Tenemos 32° a media tarde pero, por la humedad de siempre, la sensación térmica es de 39°. ¡Ni las palomas aguantan esta pesadez! Anuncian tormentas, granizo y fresco.”

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Otro lector, ya en España, ha observado en Madrid lo que nos cuenta:

“En el maremagnum de obras que tuve delante de casa por las obras de la M-30, entre montones de tierra por todas partes, andaba una mañana una urraca buscando y encontrando mucha comida entre los restos de los bocatas de los obreros. Me pareció que lejos de comérselo todo, iba escondiendo trocitos, entre la tierra y los escombros aquí y allá. ¿Es posible, o son imaginaciones mías?. Lo siguiente es todavía mas espectacular: Al día siguiente me encontré con un numeroso grupo de palomas andando por allí; de pronto aparece una urraca, supongo que la misma, se posa en el montón de tierra mas alto y las palomas, alas para que os quiero,salen volando y desaparecen como por ensalmo. ¿También me lo invento yo? o realmente la urraca no tolera la invasión de “su” terreno y la posible pérdida de su comida?”

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Y más sobre urracas de otro lector, también de Madrid:

“¿Porqué están protegidas las urracas ?

Proliferan por doquier, en campos y ciudades, y he observado en mi jardín, que materialmente “peinan” cada seto, arbusto o árbol en busca de nidos de otros pájaros donde encontrar la puesta o polluelos que seguidamente pasan a ser parte del menú. Con ello cada año desaparece una parte importante de puestas, sobre todo de avecillas cantoras que son muy beneficiosas en la lucha contra determinados parásitos que afectan a la vegetación.

¿ Existe algún truco que las haga evitar campear a su gusto por un jardín ?

El año pasado una pareja anidó en un magnolio en mi jardín. Pensé en evitar la construcción de tal morada pero al final lo consentí. Dió algo de resultado, puesto que la pareja criadora se encargaba de ahuyentar a otros congéneres de los aledaños, pero aún así me pareció como querer guardar agua en un cedazo.”

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