No cabe duda de que la carlina es un cardo precioso. El de la imágen está tomado en la cuneta de una carretera de tercer orden de la provincia de Sevilla, en el Toleíllo.
Joaquín
Joaquín
Y entonces el que pasa se va parando y pregunta con el fondo del ruido de la motosierra, que va partiendo el árbol en pedazos y haciendo leña, dejando en la cuneta las ramas, florecidas de amarillo.
Uno de los campesinos dice: “mira, muere uno, pero ha nacido otro árbol”, cuando de pronto aparece, tras la última rama cortada, un castaño sin hojas y que ahora vemos que vivía apabullado por la enorme altura de la acacia. Parece un hombre atemorizado, el castaño sin atreverse a que sus ramas interfieran en las de la mimosa, creciendo todas hacia el único lugar que le ha dejado libre y ahora dispone, de pronto, de un espacio inmenso, del vacío que ha dejado el árbol que le quitaba la luz y el agua.
Pero lo cierto es que en el árbol caído se posaban muchos pájaros. Me gustaría saber qué piensan cuando llegan hasta aquí y ven que ha desaparecido su percha.
Feliz fin de semana y hasta el lunes,
Mónica Fernández-Aceytuno
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