La repoblación con distintas especies de pinos estuvo (y estará) motivada por la situación de degradación del suelo forestal. Tan sólo el pino, mayoritariamente autóctono, garantizaba una transición rápida a monte alto o bosque si así lo prefieres. La plantación de “otras” especies autóctonas hubiese supuesto un fracaso técnico en gran parte de la superficie, como ocurre actualmente en China y otros lares.
José Elorrieta Jove
Carta escrita por José Elorrieta Jove a Iñaki Iriarte-Goñi a propósito de la obra de este último:
LA OBRA DE OCTAVIO ELORRIETA(1881-1962)
El monte al servicio de la economía
(…)En cuanto al texto en su vertiente forestal destacaría dos páginas, la 141 y la 154. En la 141 (párrafo primero) se resume de forma muy escueta la esencia de la metamorfosis de nuestra profesión en el siglo XX. En definitiva se trataba de adaptar el monte a las necesidades de la sociedad para permitir compaginar el medio ambiente con la creación de riqueza.
Aunque no se ha insistido en el tema, el nuevo enfoque en la ordenación de montes permitiría mantener unos montes cuyos aprovechamientos se adecuasen al desarrollo tecnológico de las industrias forestales y además, esto es lo importante, permitiesen desarrollar sus funciones medioambientales y sociales en zonas con riesgo de despoblación. Los aspectos sociales del monte se han olvidado a menudo, al no quedar registrados en ninguna estadística nacional.
La página 154 es un fiel reflejo de la situación actual. La referencia a Rico Boquete de 2008 resume el resultado de una desafortunada campaña de prensa que ha permitido desbaratar el esfuerzo de Octavio y tantos compañeros. En España se realizó el mayor esfuerzo repoblador mundial de la época durante los planes de desarrollo de la dictadura, siendo cierto que las repoblaciones fueron mayoritariamente monoespecíficas. Sin embargo es falso que se realizaran mayoritariamente con especies de crecimiento rápido. Aún más preocupante es el comentario de que se arrancaron matorrales autóctonos.
La repoblación con distintas especies de pinos estuvo (y estará) motivada por la situación de degradación del suelo forestal. Tan sólo el pino, mayoritariamente autóctono, garantizaba una transición rápida a monte alto o bosque si así lo prefieres. La plantación de “otras” especies autóctonas hubiese supuesto un fracaso técnico en gran parte de la superficie, como ocurre actualmente en China y otros lares.
La referencia a las especies de crecimiento rápido te las resumiré con el eucalipto y pino radiata, insignis en su época. También podríamos referirnos al chopo y otras especies, lo que alargaría innecesariamente estas pocas líneas. Un reciente libro de Luis GIL te aportaría la información necesaria para comprender esta falacia.
El eucalipto y pino radiata en la cornisa cantábrica alcanzan la mayor producción por hectárea de la Comunidad Europea, por lo que han sido (y serán) plantados con un interés casi exclusivamente comercial, en especial por los propietarios particulares, que ven como superficies pequeñas de monte pueden producir rentas a 10-15 años vista sin apenas esfuerzo ni inversión. Las plantaciones de eucalipto en el sur de España tienen productividades mucho menores y su repoblación con fines de suministro industrial ha sido muy distinta. En este caso se repoblaron grandes extensiones de propiedad privada y pública, ya que la parcelación es menor. Hecha esta distinción, hay que fijarse en lo extenso del resto de España, como para generalizar casos concretos, como se ha venido haciendo. No son en ningún caso “la inmensa mayoría de repoblaciones”, como dices.
Es un hecho cierto que el eucalipto no desertiza. Frente a la falta de estudios científicos que apoyen esta afirmación, tenemos los bosques naturales de eucaliptos y de pinos radiata que tienen millones de años de antigüedad. A favor de esta afirmación tenemos, en exclusiva, un montón de artículos periodísticos sin fundamento, que han calado en la sociedad. Su mayor problema real es que enriquece a sus propietarios, algo difícilmente asumible por ciertos envidiosos, entre los que cabe incluir a nuestros países vecinos.
En cuanto al matorral autóctono que se desbrozó, hay que decir que dicho matorral aparece en cuando se roturan los montes y cuando se abandonan los pastos. Es el resultado de una degradación. Verás que no incluyo el incendio, ya que es la forma natural de limpieza del monte mediterráneo y nuestras especies están preparadas para ello, especialmente los pinos, volviendo a colonizar el área quemada. Es decir, se critica que donde hubo bosque y se produjo una degradación a matorral, se retire el matorral para garantizar la repoblación forestal y volver al monte alto.
Por último, tal como le comenté este verano a Mónica Gomez-Aceytuno, responsable del tema medioambiental del diario ABC, en España siempre hay motivos para quemar el monte. En su día fueron los ganaderos (aún hoy). En el posfranquismo cabe destacar la justificación sistemática de los incendios forestales por la repoblación con especies foráneas. Luego se decía que el monte que se quemaba era del Sr. Conde (¿recuerdas el eslogan del ICONA?), o que lo quemaban los madereros. Ahora parece ser que son los promotores urbanísticos. Mucho podíamos tratar de esta evolución del pensamiento español, mientras “nuestros” montes se queman. Ahora sí parece que ya son nuestros. Ahora son nuestros los pocos eucaliptos que dejamos en Doñana en los que anidan el águila y otras aves. También los “pinos fachas” que siguen ardiendo verano tras verano, cuando llevan millones de años en la península ibérica (ahora resulta que salvo el radiata, son autóctonos) y tienen que soportar la agresión que se cultiva desde la prensa. Si no los hubiesen plantado no arderían, claro.
La realidad es que el monte se ha venido abandonando. Mientras producía riqueza interesaba su conservación a todos, a las gentes del pueblo y a la industria. Ahora produce gastos para su conservación y no hay dinero suficiente para ello, porque ya no proviene de la renta que antes generaba, sino del bolsillo de terceros, alejados de la naturaleza. El incendio se apaga en invierno, mediante limpiezas con cargo a los impuestos, frente a un modelo de producción sostenible, en un monte ordenado donde no se acumule combustible y se generen rentas. En vez de costarnos dinero, debería producirlo. Hoy en día el mayor negocio forestal es el de la lucha contra incendios. Nunca se le hubiese podido ocurrir a Octavio una situación tan absurda y estúpida. Tampoco la indolencia con que se trata el tema.
Bueno, con estos párrafos que darían para una buena discusión, te quiero decir que no puedo estar conforme con las últimas tres líneas de tu artículo. En mi opinión, por su formación, Octavio sí conocía las implicaciones sociales territoriales y ambientales de la nueva ordenación y conocía además, el muy difícil porvenir del monte que no genera riqueza, abandonado a su suerte en medio de nuestra sociedad arboricida.
Abrazos y gracias de nuevo por este trabajo que nos regalas,
José ELORRIETA JOVE
P.D.: Y eso que sólo te comento sobre dos páginas, la 141 y la 154…