Me dio la impresión de que se veían más aves, aunque hizo un día de mucho calor: abubillas, cogujadas picoteando en el rastrojo, tarabillas, mosquiteros, estorninos, verderones, un mochuelo que escuché al atardecer, garcillas que volaban hacia su dor
8:17 h. Hoy va a hacer un día precioso, pues el cielo estaba hace un momento blanco, por la luz de luna que aún no se ha puesto, y no tenía ese halo rosado de los días de humedad y de niebla.
Hay tanta luz de noche que no se ven más que las estrellas y planetas que brillan mucho, con su luz titilante o fija, y dicen que esta luna llena da tanta luz como doce lunas en cuarto creciente, o doce en cuarto menguante.
Lo cierto es que yo no puedo dormir con las contras abiertas si hay luna llena, por la cantidad de luz y de sombras que tiene la noche, pues bajo los árboles hay sombras de luna que se alargan, igual que con la luz del sol, según se va poniendo la luna llena.
Decía José, mi vecino, que las patatas que se orean bajo la luna llena se ponen verdes y tan duras que no hay quién se las coma.
Bajo esta luna, ha florecido el avellano, que si no fuera porque la flor femenina tiene forma de estrella y es muy roja, del rojo de la frambuesa, no se verían estas flores al ser tan diminutas.
Las flores masculinas, que están en la misma rama, son sin embargo amentos prietos y grandes que parece que aún no han madurado, pero ayer corté una ramita y la dejé sobre el libro de Camóes, “Lusíadas”, y sus antiguas y sepias tapas se han llenado de un polen amarillo limón,nuevo y más fino que la harina.
Parece imposible que de este polen y esta insignificante flor, salgan las avellanas.
Feliz día y hasta mañana,
Mónica Fernández-Aceytuno
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