Se trata de una planta que crece en condiciones muy difíciles, en las que ninguna otra especie pueda hacerle competencia. Se desarrolla perfectamente en la primera línea de las costas azotadas por vientos cargados de sal.
Joaquín
Joaquín
El PETIRROJO 3.12.2009
En mis andanzas de juventud por los campos de mi tierra, recuerdo que a este
pajarillo, los campesinos le llamaban “Tin Tin”. En los medios rurales, casi
todos los pájaros estaban bautizados con nombres que no se correspondían con
su denominación científica. Aún recuerdo que al Mirlo le llamaba “Merla”, al
Verdecillo “Charrate”, al Verderón “Verdolero Real”, al Jilguero
“Cabernera”, a la Abubilla “Porputa”, al Murciélago “Morciguillo” y así a
muchos otros que no menciono.
Supongo que al Petirrojo lo apodaron “Tin Tin” quizá por los cantos en forma
de golpecitos sonoros acompasados muy parecidos al sonido del Tic Tac. Nunca
tuve la oportunidad de oírle en trinos más musicales. Quizá porque en la
época otoñal en la que nos visita está fuera de tiempo para romances y
amoríos dedicados al preludio de la procreación, así que los piropos
musicales se han pasado como la primavera.
Creo que este pajarillo tranquilo, silencioso y pensativo, se lo tiene
creído. Su mancha rojiza como peto de un caballo de torneo de la Edad Media
y su forma de presentarse da a entender que quiere que se le note su
presencia y se le vea. El sabe que en su entorno es único, diferente y
guapito. Además su caída de ojos grandes y negros enamora a su parejita al
instante. A veces se te queda mirando fijo a la cara como diciendo ¿pasa
algo? No se sofoca, no. Tiene carácter.
A mi me encanta observarlo. Casi siempre va solo, creo que es el mismo que
repite la misma zona residencial todos los años, va a las mismas ramas,
realiza los mismos vuelos cortos dominando con seguridad su pequeña parcela
para cazar. Le gusta estar cerca de casas habitadas en el campo igual que en
urbanizaciones con setos no muy tupidos para saltar de rama en rama con
facilidad. Es muy curioso, a veces lo he visto entrar en las casas para ver
lo que hay dentro y observar cualquier cosa.
Su técnica de caza es muy graciosa (me refiero a su dieta tradicional). Se
sitúa en una ramita paralela a una cuarta del suelo, desde allí divisa sus
presas a un metro o metro y medio entre la hojarasca, o terreno con césped,
da un vuelo limpio, un golpe, y vuelve rápido sin que se le vea mover el
pico. La pieza debe ser diminuta y ligera, tipo gusanillo, insecto pequeño o
etc., A veces quiere parecerse al Herrerillo, pero no, el Herrerillo maneja
el arte de la caza de pulgones como un malabarista circense, escudriña cada
rama y cada hoja como ninguno, a veces se columpia en el tallo para
examinarlo por debajo. El Petirrojo sólo otea las ramitas al paso, al salto,
le interesa más lo del suelo aunque tenga que revisar huecos oscuros de la
maleza, sin miedo. El Petirrojo es más fino, no bebe agua desconocida ni
encharcada, se sube al surtidor de riego que esté a la sombra y aprovecha
las gotas frescas y limpias. ¡Qué listo es, tan pequeño!
Siempre creí que estos pajarillos por la morfología de su pico estaban
dotados sólo para consumir insectos, larvas, pulgones, etc. Pero ya he
comentado en otra ocasión que los he visto comer migajas de bellota y pan.
Así que según la época del año, según la latitud, haga frío o nieve varía su
alimentación aportando calorías con más nutrientes. No quiero pensar que
puestos a tomar calorías en los inviernos crudos le hagan asco a un sorbito
de cazalla para empezar bien el día.
Me recuerda esta variante de dieta alimenticia de los animales que la
grandeza de la naturaleza está ahí para recomendarles que en caso de
necesidad todo sea aceptable para paliar el hambre, la fatiga, el frío,
etc. admitiendo toda clase de alimento. La obsesión por vivir, me lo
demostró el otro día una Avispa. La Avispa común es depredadora de Moscas,
le encanta. Pues bien, como digo, una Avispa observaba en un cristal de la
ventana una mancha negra. La pobre Avispa confundiendo la mancha negra con
una Mosca la atacó no menos de cinco veces, con irritante decepción. Todo
para sobrevivir, que es la obsesión de todo bicho viviente.
Termino esta historia de esta frágil y simpática criatura, que cuando le
apetece, desaparece de nuestro entorno sin decirnos pío. Creo que no quiere
despedirse consciente de que nos puede entristecer su partida, sin embargo
cuando llega el próximo año entonces sí, entonces nos dice con alegría “Tin
Tin, ya estoy aquí”, nos mira, nos sonríe para recordarnos que ha llegado el
Otoño, que ha pasado un año y que se acerca la Navidad.
Me quedo mirándolo a través del cristal de la ventana y me imagino que está
feliz por volver a vernos y que todo lo que nos quiere trasmitir es cierto,
que nos lo da a entender cariñosamente, al tiempo que “tintinea” con más
fuerza como si quisiera expresarlo en música, en Sol Mayor, para que le
oigamos más alto, más alegre. Mirándonos de reojo sigue brincando con esa
gracia especial de rama en rama. ¡Qué maravilla!
Un cordial saludo,
Jerónimo
todos los pájaros estaban bautizados con nombres que no se correspondían con
su denominación científica.